Aparece uno de los personajes más enigmáticos en el mundo del arte confiscado, de entre los años 1933 a 1945. Se presenta una demanda legal con más de 45 páginas en las que se reclaman un promedio de 1.280 obras del llamado, “arte degenerado” por el antiguo tercer Reich, en el cual, el proyecto a confiscar este arte, fue orquestado por Adolf Hitler.
En alemán Entartete Kunst, arte degenerado; el pintor encargado de seleccionar las piezas para esta exposición, se llamaba Adolf Ziegler, que además era el artista favorito del líder nazi. A Ziegler, el Gobierno le asignó un equipo de cinco personas para peinar todos los museos del país, dando, caza al arte sospechoso de ofender al régimen. Tras este recorrido el equipo trajo consigo piezas representativas del expresionismo, cubismo, surrealismo, o abstracto.
Con este movimiento quedaba claro que durante este régimen todo el arte moderno iba en contra de sus intereses. De todas las obras confiscadas, se selecciono seiscientos cincuenta obras, entre las que figuraban pinturas, esculturas y escritos de muy diversos artistas y así con ellas se montó una muestra en Munich en julio de 1937, denominada Entartete Kunst. Detalle a destacar que el Gobierno nazi durante el mismo mes y ciudad, organizó en paralelo otra exhibición denominada, Grosse deutsche Kunstaustellung ( La gran exposición de arte alemán) en donde en el museo Haus der Kunst, exhibía los artistas que eran de beneplácito para el régimen.
Las dos exposiciones en la misma ciudad era la manera nada disimulaba del Gobierno de Hitler de enfrentar el arte que admiraban contra el que el consideraban deplorable.
La muestra de Entartete Kunst agilizó una nutrida concurrencia, para conocer cual era ese llamado “arte degenerado”, de aquella época, así es, se exhibieron artista como por ejemplo, un Otto Dix, Vasili Kandisky, Beckmann, Paul Klee, Max Ernst, Edvard Munch, entro otros muchos más.
En la Alemania de los años treinta nadie había olido hablar aún del Efecto Streisand, este efecto se resumen , como un fenómeno de Internet en el que un intento de censura o encubrimiento de cierta información fracasa o es contraproducente, ya que ésta acaba siendo ampliamente divulgada. De modo que recibe mayor visibilidad de la que habría tenido si no hubiese pretendido acallar.
En término debe su nombre por un incidente ocurrido en al año 2003 con la actriz estadounidense Barbara Streisand, que denunció al fotógrafo Kenneth Adelman y la página de fotografías pictopia.com por 50.000.000 dólares; exigiendo que se retirase una foto aérea de su casa de una publicidad que contenía imágenes de la costa de California, alegando su derecho a la privacidad. El periódico San Jose Mercury News advirtió poco después que aquella imagen se había hecho popular en Internet. Con su intento de censura, Barbara Streisand solo consiguió que una información en un primer momento intrascendente acabase obteniendo una gran repercusión mediática. Existen otros casos muy sonados con este mismo Efecto Streisand, como por ejemplo: La Revista Charlie Hebbo, Wikilieaks, Coronavirus actualmente.
Esta retórica advierte que La gran exposición de arte alemán, fue un verdadero fiasco para al mundo del arte nazi, debido a que los artistas que gozaban del beneplácito del Régimen nazi, hoy en día no son mencionados, no son reconcocidos, en cambio si, en aquel entonces las visitas a la exhibición de la Entartete Kunst arrojó resultados totalmente opuestos a los esperados; en la actualidad aquellos artistas, muchos de ellos completamente desconocidos, son espectacularmente conocidos por pertenecer al ya nombrado Entartete Kunst.
Ahora bien, regresando a nuestro enigmático personaje, me refiero a Cornelius Gurlitt.
Él en su diminuto y miserable departamento de tan solo 100 metros cuadrados, en el barrio muniqués de Schwabing, atesoraba, nada más ni nada menos que 1.280 obras de arte de maestros modernistas y renacentistas, como Matisse, Max Ernst, Marc Chagall, Otto Dix, entre otros.
Gurlitt, un personaje peculiar, el cual, no poseía nada, es decir, ninguna identificación oficial, ningún número fiscal, ninguna seguridad social, trabajo alguna vez como restaurador de arte, pero finalmente no hacía absolutamente nada, más que observar a todos “sus hijos”, como así los nombraba.
Gurlitt poseía esta colección de obras de arte valoradas hoy por hoy, en un promedio de más de 1.000 millones de euros.
Su vida, constaba de una monotonía absoluta, de la cual solía salir de ella, cuando organizaba alguno que otro viaje esporádico a Salzburg (Austria), en donde tenía una segunda casa. Para poder subsistir, de cuando en cuando vendía una obra, para poder sustentar sus dos casas y pagar de vez en vez algún médico, cuando lo requería.
Todo este misterio comenzó cuando su padre, Hildebrand Gurlitt, historiador de arte, director de museos, y marchante, tuvo la oportunidad de comenzar a coleccionar obras, que no eran deseadas por el Régimen nazi, es decir, arte expresionista alemán, surrealismo, cubismo.
Adolf Hitler, tenía otros gustos en cuanto a arte se menciona, lo clásico, kitsch y ese imperialismo romano de dominación eran su tendencia.
Hildebrand Gurlitt tuvo problemas con el régimen nazi, que lo consideraban demasiado amigo de los judíos” pero años más tarde Hitler le encargó la venta y compra de obras, para financiar al régimen nacionalsocialista, además de ordenar la sustitución del Entartete Kunst por obras de su beneplácito.
Gurlitt, padre, acabó lucrándose gracias al saqueo sistemático a los judíos, pese a que él mismo tenía antecedentes judíos. El marchante Hildebrand Gurlitt tenía licencia del régimen nazi para tratar con el “arte degenerado” que las autoridades retiraron de los museos alemanes en 1937. El atesoro este botín, poco a poco, creando una red de mentiras para proteger todo este cumulo de excelente obras, diciendo que todas ellas fueron quemadas, saqueadas o perdidas, en su ciudad natal de Dresde y alrededores.
De aquí, con esta farsa su hijo también vive hasta su muerte.
Finalmente…. ¿Qué como las autoridades se informaron de esta botín?
Fue durante la última fase de la vida de Cornelius Gurlitt, aquella en la que se hizo famoso muy a su pesar, comenzó en septiembre del 2010, a bordo de un tren de Munich a Zurich.
El descubrimiento por parte de la policía de que viajaba con una gran cantidad de dinero en efectivo dio inicio a una investigación fiscal. La sorpresa fue mayúscula llegó a principios del 2012, cuando en un registro de su departamento hallaron esta fabulosa colección.
La polémica remitió cuando el anciano llegó a un acuerdo con el Gobierno Federal de Alemania y del Land de Baviera para devolver las obras cuestionadas en aquel momento, como un botín ilegitimo atesorado por parte de Cornelius Gurlitt.
Tema discutido, airado y reirigido a la reflexión profunda, en la que se nos subraya la legal herencia por parte de su padre, más por el otro lado de la moneda, se presenta el arte vínculado con el Régimen del Tercer Reich.
Entablandose conflicto de intereses, en donde los cuales, se presentan solo algunos expoliados, ¿pero y el resto?
Pese a la condena generalizada a la que se enfrentó al final de su vida, ya que por más de 50 años, cuido de esta obra, consideraba que lo único que había hecho era cuidar de aquello que más quería, el legado que había recibido de su padre.
Finalmente, Cornelius Gurlitt, en su lecho de muerte, deja como heredero de su colección al Museo de Arte de Berna, pero desde aquel trágico, septiembre del 2010, nunca volvió a ver más preciado tesoro.
Artista: Fred Friedrich
Nombre: Enartet Kunst
Collection: Fin de Ciel
Técnia: Técnica mixta sobre lienzo
Medidas: 150 x 150 cm
Unicat
Año: 1997
W.V. 97/06/02
Procedencia: Museo Fred Friedrich
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